Los acontecimientos a veces no ocurren cuando uno los desea. Es difícil mantenerse inalterable ante esa sensación de inseguridad que produce el no saber si eso que deseas va a hacerse realidad o, simplemente, quedará en el sueño que hemos perfilado en nuestra mente.

La espera es una sensación insaciable que sólo se apaciguará cuando se consuma la mecha que se prendió en el momento en el que formulamos nuestro deseo, pero esa bomba de confeti que está al final de ella, puede explosionar para liberar las mariposas que han crecido en nuestro estómago y dar paso a todo un mundo de color o, por el contrario, transformarse en una nube de humo gris que empañará los anhelos de lo que deseamos.

En cualquier caso, sea uno u otro acontecimiento el que se produzca, siempre quedará en nuestro interior la maravillosa imagen de todo lo que hemos imaginado. Habremos disfrutado de aquellas cosas que idealizamos al perfilar el escenario y la obra de la que quisimos ser protagonistas, también eso habrá merecido la pena. El mero hecho de ser capaz de sentir y vibrar con esas mariposas que revoloteaban en nuestro estómago y que nos hacían aseverar que aún estamos vivos, ya ha mercido la pena.

Sea cual sea el desenlace de la espera, disfrutemos de esos momentos previos, porque son los que determinan que nuestras vidas siguen vibrando.

¿Estás esperando algo?