Mantener las constantes vitales no significa conformarse con lo que me ha tocado vivir.

Mantener las constantes vitales no significa aceptar que la vida siga pasando y esperar a ver qué ocurre al día siguiente.

Mantener las constantes vitales no significa creer que las cosas son así porque el mundo/la vida es así.

Con estos pensamientos morimos cada día, agotamos el tiempo que nos queda aceptando que el entorno es el que marca nuestros caminos, nuestro devenir.

Mantener las constantes vitales es ilusionarse cada día pensando en mejores maneras de arrancar pedacitos de felicidad a la vida. Es tomar resuello contra las inclemencias, apretar los dientes y decidir que yo soy capaz de conseguir algo mejor o de superar los malos momentos.

Mantener las constantes vitales es aspirar a superar las expectativas de nuestros sueños e ilusiones, conseguir sonreír a la adversidad y creer que yo puedo.

Mantener las constantes vitales es no dormirse en el tiempo. Es despertarse para poder seguir escuchando que el corazón late, y lo hace con tanta fuerza, que ninguna monotoneidad o desesperanza podrá ahogarlo.

Mantengamos siempre bien altas las constantes vitales y cada día será un regalo.